Una mirada sucinta del devenir histórico y cultural de Reynosa, desde la antigüedad hasta el presente, basada en profesional investigación historiográfica con interesantes fotografías e inédita iconografía del valioso patrimonio cultural de esta gran ciudad, cuyo nombre se origina en el linaje de su pasado. Edición Especial Cultural Conmemorativa del R. Ayuntamiento a los 250 años de la Fundación del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.

Lic. Oscar Luebbert Gutiérrez

Me congratula brindar a los lectores esta importante obra, de elaboración paciente y cuidadosa, de profunda búsqueda en múltiples fuentes documentales e iconográficas, muchas de ellas nunca antes referidas o publicadas, y apoyada en la interpretación rigurosa de las mismas, pero expuesta de manera clara, de tal modo que también tenga un valor didáctico que estimule el interés y el estudio, aunados a la participación creativa en la forja cotidiana de nuestra gran ciudad. Quiero hacer un reconocimiento a quienes participaron en la compleja elaboración de este libro, y desear que sus páginas alienten el sentido de arraigo, pertenencia e identidad que el Ayuntamiento de Reynosa promueve para fortalecer la cultura local en el mosaico pluricultural de México.
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1. Escenario Natural y Humano

I. ORIGENES




Plano propositivo del traslado de Reynosa
Vista aerea de Reynosa atravesada por Canal Anzalduas

Reynosa es un municipio del Estado de Tamaulipas en forma de rectángulo con eje dominante de orientación norte sur, de casi tres mil kilómetros cuadrados, que se sitúa en la zona fronteriza de esta entidad, bordeado en su parte norte por el río Bravo o Grande del Norte, que a su vez es límite entre México y los Estados Unidos.
Colinda por el oriente con el municipio de Río Bravo y con el poniente con el de Gustavo Díaz Ordaz, formando parte ambos originalmente del territorio de Reynosa, mientras que por el sur colinda con el municipio de Méndez y el estado de Nuevo León.
Situado en el punto de contacto entre la planicie costera del Golfo de México y las llanuras de Norteamérica, el territorio de Reynosa es un suave plano inclinado hacia el mar, de alrededor de un centenar de metros de altura, con una cota máxima de 240 metros sobre el nivel del mar en la Loma de la Burra, una prolongación del pequeño complejo orográfico de la Sierra de Pamoranes y La Sierrita.

Flora tipica matorral mezquite El río Bravo es el rasgo natural más destacado de Reynosa, siendo una de las corrientes fluviales más importantes del planeta, tanto por su longitud de 2,900 kilómetros, como por el significado geopolítico al construir la línea de contacto entre la primera potencia mundial y los países hispano parlantes de América. Se origina de los deshielos de las Montañas Rocallosas, en las cordilleras de San Juan y Sangre de Cristo Range, estado de Colorado. Atraviesa después de norte a sur Nuevo México y toca la República Mexicana en Ciudad Juárez, a la vez que gira al sureste y atraviesa el cañón de Cajoncitos.
En Ojinaga recibe al río Conchos y enseguida cruza las prolongaciones de la Sierra Madre Oriental y luego forma la presa de la Amistad. A Tamaulipas penetra por Nuevo Laredo y aguas abajo entra en la presa Falcón. Ya en Reynosa la presa derivadora Anzaldúas regula sus caudales en beneficio de la agricultura, y de allí sigue su curso sin interrupciones hasta el Golfo de México, formando una bocana que en tiempos antiguos era una amplia delta.
Antes de las modificaciones del entorno natural hechas por el hombre con fines agrícolas o para abrir áreas de pastoreo, el municipio de Reynosa estaba cubierto por un monte de mezquite y por el llamado matorral espinoso tamaulipeco.
La sabana o monte de mezquite es el paisaje más característico del Noreste del país y constituye una formación de árboles y arbustos del género Prosopis a los que se asocian otras especies, entre ellas el huizache (Acacia spp) y el Ébano (Pithecellobium spp).
Mapa de la cuenca Rio Bravo Por su parte el matorral tamaulipeco es una comunidad arbustiva de fisonomía xerofítica, que abarca también extensas porciones del Noreste y sur de Texas, siendo una vegetación de transición entre las zonas áridas de Norteamérica y las selvas de climas más húmedos, que en la vertiente de Tamaulipas tiene una clara frontera climática y ecológica a nivel del Trópico de Cáncer.
A esta cubierta vegetal y posición geográfica de Reynosa le corresponde un clima extremoso, con veranos calientes y otoños templados, que es cuando ocurren las lluvias traídas por los vientos alisios del Golfo de México; mientras que en los inviernos hay bajas temperaturas y heladas ocasionales, dependiendo de los famosos Nortes, frentes polares que por oleadas se presentan durante la estación.

Vista del rio Bravo o Grande del Norte
Por cuanto a la geografía humana, la principal característica de Reynosa es el acelerado desarrollo urbano contemporáneo, que la ha convertido en una de las ciudades más importantes de la Frontera Norte de México.
De hecho, forma ya una zona conurbada con Río Bravo, en cuyo intermedio crece uno de los sectores de la planta industrial maquiladora y a donde confluye el nuevo puente internacional Reynosa-Pharr.


2. Historia indígena antigua


Refugio rocoso primeros hombres americanos

La prehistoria del bajo río Bravo ubica la presencia humana entre 10 y 20 mil años antes de nuestra era, ligada a los primeros pobladores del Continente Americano.
Esto ocurrió de acuerdo a las hipótesis antropológicas universalmente reconocidas por un flujo migratorio proveniente de Asia durante el Pleistoceno, cuando el casquete polar tendió un puente de hielo con América en el Estrecho de Bering.
Tales grupos primitivos subsistían de recolectar los recursos de un ambiente entonces húmedo y frío, aprovechando, cuando la ocasión lo permitía, la megalofauna de este periodo como el mamut y el bisonte.Indio FlecheroLa cultura humana primitiva encontró en el río Bravo los medios para asegurar la supervivencia de pequeñas bandas que deambulaban por sus riberas dedicadas a la caza, la pesca y la recolección, una vez que el clima varió e hizo sucumbir a los grandes mamíferos.
De acuerdo a la clasificación arqueológica, este patrón de vida se denomina “cazadores de fauna mayor”, y se tipificó por la elaboración de puntas de proyectil conocidas como Clovis y Folsom.
La evidencia lítica de esta etapa ha sido localizada en el área de la presa de la Amistad, con una continuidad geográfica hasta el espacio circundante a la presa Falcón.
Hacia el 7,000 a. C., aumentó paulatinamente la población de los primitivos cazadores recolectores, basando ahora su tecnología en la elaboración de puntas de proyectil tipo Plainview, Golondrina, Angostura y Scottbluff.

Pedernales de los indios de la regionUn milenio más tarde una nueva etapa cultural se vislumbró en las riberas del bajo Bravo, a consecuencia del fin del Pleistoceno y el predominio de un clima más seco y caliente, que correspondió a un tipo de recursos bióticos aún presentes en nuestros días, cuyo patrón de vida se prolongó prácticamente hasta tiempos históricos.
Según estudios arqueológicos efectuados en la presa Falcón y en sitios de los condados de Hidalgo y Starr (Texas), dicha etapa configuró dos unidades culturales, los focos Falcón y Mier; que se asocian a la “tradición del desierto”, presente en gran parte del actual estado de Tamaulipas y del Norte de México.

Entierro indigenaEn las inmediaciones de Reynosa, en La Sal Vieja (condado de Williancy, Tx.), aparecieron otras puntas de confección regional, conocidas como Tortugas, Abasolo, Pandora, Matamoros, Starr, Refugio, Desmuke, Catán y Cameron.
Hacia el año 1000 de nuestra era, en el bajo Bravo se desarrolló la tradición cultural del complejo Brownsville-Barril, caracterizada por la elaboración de una fina industria de artículos de concha, que le permitió establecer relaciones de comercio con áreas tan retiradas como la Huasteca, obteniendo a cambio jadeíta, cerámica y artefactos de obsidiana, a la vez que desarrollaron un extraño culto a la muerte, según lo indican los cementerios localizados en sitios como Floyd Morris (al norte de Harlingen, Tx.) y Ayala (en las cercanías de Mc Allen, Tx.)

Mortero para molienda
Ya para tiempos históricos, casi la totalidad del Noreste de México estaba ocupado por diversos grupos identificados con la familia lingüística Coahuilteca, que a nivel del bajo Bravo se agrupaban en tribus con diversos nombres, conocidos como Katuhano, Bobola, Carrizos y Borrados, las que a su vez se subdividían en numerosas parcialidades con nombre propio.
Para el caso de la región aledaña a Reynosa, la documentación colonial nos refiere la presencia de los indios Tejones, Sacatiles y Comecrudos, quienes se incorporaron a la misión de San Joaquín del Monte. Por su ubicación geográfica y desenvolvimiento cultural, estos grupos indígenas se ubicaron en el contexto cultural de Aridoamérica, en contraste con los pueblos del México meridional, donde floreció en el pasado prehispánico la civilización de Mesoamérica.


Indios de la Costa del Seno Mexicano

3. Primeros episodios novohispanos


Fray Andres de Olmos fundador de Tamaholipa

A raíz del encuentro de Cristóbal Colón con la América indígena en 1492 luego de su extraordinario viaje trasatlántico, quedó preparada la ocupación europea del Nuevo Mundo. Así, el 13 de septiembre de 1521 y después de una fulgurante campaña, Hernán Cortés se apoderó de Tenochtiltán, cabecera del imperio Azteca, dando principio al virreinato de la Nueva España.
El inicio del período colonial fue también el arranque de la colonización novohispana del Septentrión que para el caso del Noreste, el propio Cortés sentó las bases al conquistar la Huasteca en 1522. Al impulso de la espada siguió el báculo de la cruz de fray Andrés de Olmo, que estableció la custodia de San Salvador de Tampico, provincia franciscana del Santo Evangelio de México.
Con visión milenarista, Olmos avanzó al norte con la mira de forjar una cadena de poblaciones entre la Huasteca y La Florida, con asentamientos en las cabeceras de los ríos Palmas (Soto La Marina), Bravo y Mississippi. Aunque frustrado el empeño del noble franciscano, su obra se plasmó en la fundación del pueblo de Tamaholipa (“el lugar donde se reza mucho”), al constituirse en la referencia de identidad histórica y toponímica del Estado de Tamaulipas, y de donde partió Luis Carbajal y de la Cueva para establecer la impronta del Nuevo Reino de León, la primera jurisdicción colonial del Noreste de la Nueva España.

Mapa de la Huasteca Ortelius siglo XVI Debido a sus orígenes judíos, Carbajal murió en manos de la Inquisición sin lograr consolidar su empresa, pero a cambio dejó establecida la práctica de esclavizar a los indios de la región para ser vendidos en los reales mineros de Mazapil o Zacatecas. Fue hasta 1596 con la fundación de Monterrey por Diego de Montemayor cuando se esbozó más en firme la jurisdicción del Nuevo Reino de León, pero a nivel de alcaldía mayor. Será hasta 1626, con el arribo del gobernador Martín de Zavala, cuando adquirió definitivamente el carácter de provincia, que a pesar de reclamar derechos de jurisdicción hasta la Costa del Seno Mexicano (hoy Tamaulipas), lo cierto fue que su influencia no pasó más allá de Cerralvo, Cadereyta y Linares.

Mapa del Noreste Nueva Espana siglo XVIIAl finalizar el siglo XVIII se configuró en el Septentrión oriental de la Nueva España una nueva provincia , promovida a iniciativa del franciscano fray Juan de Larios con el nombre de Nueva Extremadura, pero que acabó por adoptar el nombre de Coahuila, y cuya capital se fincó en Monclova. Por su parte, el remoto territorio de Texas fue incorporado definitivamente al dominio español entre 1714 y 1722, utilizándose el binomio de poblamiento del presidio militar y la misión de indios, con capital en San Antonio de Béjar.
El comienzo del siglo XVIII estuvo caracterizado en el Nuevo Reino de León por la continuidad del brutal sometimiento de los indios a través del sistema de encomiendas o congregas, lo que provocó violentas rebeliones indígenas que encontraban refugio en la Costa del Seno Mexicano, al convertirse, como un cronista aseguró en “el último bastión de gentiles”.

Expedicion del capitan Alonso de LeonA fin de terminar los abusos, la Audiencia de México nombró al licenciado Juan Barbadillo y Vitoria gobernador del Nuevo Reino de León, quien se dedicó a suprimir las congregas y a establecer varios pueblos de indios, en un intento por reconvertir un proceso de guerra que impedía la consolidación de las posesiones españolas en estos confines del Septentrión.
Sin embargo, estos esfuerzos fueron muy limitados, pues los abusos contra los indios continuaron y por ende la inestabilidad en los confines de la Costa del Seno Mexicano.
Se hizo entonces imperativo su conquista y poblamiento colonial, para que de esa forma se configurara definitivamente el espacio regional del Noreste de la Nueva España.



4. Colonización del Nuevo Santander


Costa del Seno Mexicano

El despoblamiento de la Costa del Seno Mexicano hasta mediados del siglo XVIII era un peligro para la Corona española, ante la creciente amenaza de la Nueva España por parte de Francia e Inglaterra, sus tradicionales rivales. Por tanto, se hacía imperativo iniciar su incorporación colonial definitiva, aplazada durante más de dos siglos. En tal virtud el rey Felipe V ordenó el 10 de julio de 1739 la formación de una junta de Guerra y Hacienda por la Audiencia de México, para estudiar el caso y concretar la conquista y poblamiento de este territorio.
Sobre esa base el gobernador del Nuevo Reino de León, José Francisco de Jáuregui, presentó un proyecto con el argumento de ser dicho territorio un área de influencia de su mando. Otra propuesta la hizo Narciso Barquín de Montecuesta, ex alcalde mayor de Valles, considerando también como derecho natural para los habitantes de aquella frontera de guerra, la conquista de la Costa del Seno Mexicano.

Escudo heraldico del Condado de Sierra GordaPero el más activo promotor fue Antonio Ladrón de Guevara, sargento mayor en el Nuevo Reino de León, apoyado en su amplio conocimiento de la idiosincrasia chichimeca, quien al no ser oído en México acudió a Madrid a tocar puertas, aunque sin éxito.
Con la llegada del virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, conde de Revillagigedo, se agilizó el cumplimiento de los designios del rey. Para ello, una vez consultada la Audiencia, nombró como su lugarteniente para tal propósito a José de Escandón y Helguera, el 3 de septiembre de 1746, con el aval del auditor de Guerra, Juan Rodríguez de Albuerne, marqués de Altamira.

Casona de Jose de Escandon Escandón nació en 1700 en Soto la Marina, provincia de Santander, España, y como muchos cántabros, emigró joven a América. Inició su carrera como cadete de la compañía de Caballeros Montados de Mérida. En 1721 pasó a Querétaro, donde fincó su familia y se desempeñó como sargento mayor en las milicias locales, destacando al sofocar las rebeliones populares de Celaya y Guanajuato. Por esta actuación alcanzó el grado de coronel.
En 1740 sometió a la Sierra Gorda, un reducto indomable de los indios Pames y Jonaces, con el apoyo de los franciscanos del Colegio de San Fernando de México, dirigidos por el célebre fray Junípero Serra. Con la conquista de esta abrupta región, Escandón adquirió mayor prestigio y un título nobiliario, quedando como testimonio de esta obra las hermosas iglesias barrocas de los pueblos de Landa, Concá, Tilaco, Tancoyol. Además, extendió su jurisdicción hasta los pueblos y misiones de la Custodia de Santa Catarina del Río Verde, permitiéndole acceder a Tula, Palmillas y Jaumave, y con ello crearse una idea sobre el posible acceso a la Costa del Seno Mexicano.
A fin de preparar la empresa colonizadora, Escandón exploró dicho territorio en 1747 y alentó la concurrencia de los pobladores de las provincias vecinas, ofreciéndoles tierras, dinero y maíz.

Jose de Escandon y HelgueraLa fundación de la colonia del Nuevo Santander se inició con el establecimiento de la villa de Llera, el 25 de diciembre de 1748, luego de atravesar Escandón la Sierra Madre Oriental al frente de una caravana de pobladores proveniente del centro de la Nueva España. Enseguida enfiló rumbo al norte, fundando en su caminar las villas de Güemes, Padilla, Santander (la primera capital de la provincia) y Burgos.
Ya a orillas del Río Bravo, cerca de su confluencia con el río de San Juan, fundó la villa de Santa Anna de Camargo, la simiente de las llamadas Villas del Norte del Nuevo Santander, el 5 de marzo de 1749, y cuyo capitán fue Blas María de la Garza Falcón. A esta fundación se sumó enseguida la de Reynosa y más tarde Revilla (1750, la Antigua Ciudad Guerrero), Mier (1753) y Laredo (1755, hoy Laredo, Texas).



5. Fundación de Reynosa


Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva Espana

Después de establecida la villa de Camargo, el coronel José de Escandón dispuso la fundación de la segunda población a orillas del río Bravo, diez leguas abajo.
Se trató de la villa de Reynosa, bautizada así en honor a una población de ese nombre localizada en las Montañas de Santander, España, y cuna en 1681 del virrey conde Revillagigedo.
El nuevo asentamiento fue dedicado a la Virgen de Guadalupe, un símbolo religioso que a mediados del siglo XVIII encarnaba ya el referente de la identidad mexicana por antonomasia.

La Reynosa americana se plantó el 14 de marzo de 1749, en una extensa llanura aluvial, diez leguas río abajo, en la morada habitual de los indios Tejones y Sacatiles (éstos últimos procedentes del Nuevo Reino de León), cuyo jefe, Francisco Ciprián, se acompañaba por una cuadrilla de veinticinco flecheros,Mapa del Nuevo Santander que junto a sus familias sumaban una comunidad de sesenta individuos de ambos sexos, todos gentiles, es decir, nunca antes evangelizados.
Carlos Cantú fue el primer capitán y justicia mayor del nuevo asentamiento, responsable de antemano de reclutar a sus pobladores, en su mayoría provenientes del Nuevo Reino de León.
La planta original de pobladores de Reynosa incluyó un padrón de 43 cabezas de familia y once soldados de la escuadra local,Plazo del trazo Villa de Nstra Sra de Guadalupe Reynosa que reunía en total a 223 personas.
Estímulo importante para este poblamiento fue la apertura de nuevos agostaderos para el ganado y la oferta de mercedes de tierras junto a la corriente del Bravo, actividad que constituyó la base de una próspera economía ranchera, además que se complementaba con el comercio de pieles de venado y con la explotación de los yacimientos de sal situados al norte de Reynosa y conocidos desde tiempo atrás, de ahí su primer nombre de “salinas de los reineros.”
En el plano espiritual la villa quedó administrada por fray Agustín de Fragoso, religioso del Colegio de Propaganda Fide de Guadalupe de Zacatecas, institución que se encargó del compromiso inicial de la evangelización indígena del Nuevo Santander. Solo que estos frailes acabaron convertidos en párrocos, situación que aunada a la ausencia de una asignación definitiva de tierras para las misiones, motivó su retiro de la provincia en 1766. Precisamente la promesa de creación de una misión, que para Reynosa llevó el nombre de San Joaquín del Monte, propició la concurrencia de otros indios comarcanos que deambulaban por las orillas del río y que no ofrecieron resistencia a la colonización.
Oleo Virrey Juan Francisco de Guemes y HorcasitasTal fue el caso de los Comecrudos encabezados por el capitancillo Santiago de Escandón, llamado así en honor al colonizador, que reunía 47 indios de arco y flecha, con una nación indígena de 149 personas.
Los Pintos, una nación de apenas 41 individuos, también se acercó al acto fundacional, comandada por el capitancillo Salvador.
Inclusive, aparecieron los indios Nazas y Narices, apóstatas del Nuevo Reino de León, o sea, bautizados con anterioridad pero huidos al monte por las vejaciones y malos tratos del sistema de encomiendas que prevalecía en aquella provincia.




Firma del capitan Carlos Cantu fundador de Reynosa

6. La Reinosa Cántabra


Escudo heraldico Reinosa Provincia Autonoma Cantabria Espana

La ciudad de Reinosa, es cabecera de la región de Campoo, Comunidad Autónoma de Cantabria, España, compuesta por once ayuntamientos, y está situada en las fronteras del Ebro, a 850 metros sobre el nivel del mar, junto a un puerto de montaña de la Cordillera Cantábrica que comunica la meseta de Castilla con el Océano Atlántico.
La historia de la región inicia con el pueblo de los cántabros en la Edad de Hierro, que fue sometido por el Imperio Romano al inicio de la Era Cristiana.
Los romanos construyeron en la región la ciudad de Julióbriga, de unos 10 mil habitantes, ocupada entre los siglos I al III de nuestra era.

Iglesia de San Sebastian
Al finalizar el dominio romano se notó la presencia de los visigodos y más tarde, en la Alta Edad Media, fue escenario de los primeros poderes cristianos, como el reino de Asturias y los condados de Castilla, que se fortalecieron por la escasa penetración árabe en el norte de la península ibérica, desde donde partió la Reconquista en el siglo IX.

Durante el repoblamiento cristiano de Campoo, se fincaron algunas iglesias rupestres primero y después numerosos monasterios, y en ellos floreció el arte románico, como las iglesias de Santa María del Fresno, San Martín de Elines y San Pedro de Cervatos, convertidas algunas de ellas en importantes colegiatas y abadías, que ejercieron una influencia en todos los órdenes de la vida local.

En esa época la región también fue ruta, a través de las fuentes del Ebro, de las peregrinaciones al santuario del apóstol Santiago, situado en Compostela, Galicia.
Villa de Reinosa El nombre de Reinosa se ligó a una pequeña aldea en el año 1071, que por su situación geográfica, adquirió paulatinamente la centralidad regional de Campoo, gracias a la función comercial de sus ferias y mercados. La primera cabecera de Campoo, definida territorialmente en el siglo XIII, fue la “merindad” de Aguilar.
Reinosa se convirtió en cabecera independiente de Aguilar en el siglo XV, al ocurrir la decadencia de las abadías e imponerse los señoríos familiares, destacando los de Mendozas y Manriques.

Rio Ebro a su paso por ReinosaEn esa misma época, el rey Enrique IV otorgó a Reinosa fuero real, con derecho a su propio ayuntamiento y con parroquia en la iglesia de San Sebastián. En el plano jurisdiccional, Campoo perteneció sucesivamente a las provincias del Toro y Palencia, hasta incorporarse en 1833 a la provincia de Santander, por la que se identificaba por sus antiguas raíces cántabras.
Reinosa fue durante siglos un villorrio dedicado a la agricultura y ganadería. Su transformación económica ocurrió a mediados del siglo XVIII, al construirse por allí un camino carretero que permitió la exportación de los granos y lanas de Castilla, a través del puerto de Santander.


Fabrica metal mecanica de Reinosa Este movimiento estimuló el establecimiento de molinos de trigo y de ferrerías de hierro forjado, cuya actividad se prolongó hasta entrado el siglo XIX. Pasada esta bonanza, Reinosa dependió otra vez de su tradicional actividad campesina y de una modesta producción artesanal, al padecer nuevas limitaciones por la construcción del ferrocarril en la década de 1850, que sustituyó al febril movimiento carretero.

Indumentaria y folklore campiranoA fines del siglo XIX, Reinosa tuvo un repunte con la industria vidriera, sin embargo, entró en crisis al iniciar el siglo XX. La salvación ocurrió al instalarse a partir de 1918 la Sociedad Española de Construcción Naval, una poderosa factoría metal-mecánica, y poco más tarde la Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, estimulando la economía local y el crecimiento demográfico.
Hoy en día Reinosa es una ciudad de doce mil habitantes, con abolengo y estirpe urbana. Sus actividades económicas se basan en la industria, el turismo de alta montaña (en el Alto Campoo) y de verano (en el pantano del Ebro), así como en su tradicional actividad agropecuaria, permaneciendo como la principal puerta de Cantabria entre el mar y el centro de España.



7. Los Autos de la General Visita


Carlos III de Borbon

A los veinte años de que José de Escandón efectuara la colonización de la Costa del Seno Mexicano, nuevos cambios en la política del imperio español determinaron su remoción del mando del Nuevo Santander en 1766. Se trató de la implantación de las reformas impulsadas por la dinastía de los Borbones, con el fin de reestructurar el gobierno de sus posesiones de ultramar, de sacar mayor provecho para la metrópoli, y de asegurar su control político y administrativo. Bajo este nuevo esquema, la figura del Conde de Sierra Gorda pareció obsoleta, al ejercer su gobierno de manera patriarcalista.
Para este momento Escandón enfrentaba muchos problemas. En principio, destacaba la pugna que entabló con los franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Zacatecas, por la política a seguir en las misiones de los indios, al grado de abandonar los religiosos la provincia. Mantenía otro conflicto con Catarina Olvera y su hija Bárbara Resendi, representantes de los chichimecas de la Sierra Gorda, que continuamente lo acusaban ante la Corte de México, lo mismo que hacía el indio pisón Marcos Molina. Pero sobre todo, la ausencia del reparto de tierras prometidas entre los colonos del Nuevo Santander, constituía un poderoso argumento en su contra.

Virrey de la Nueva Espana Carlos Francisco de Croix Con el arribo del virrey Carlos Francisco de Croix y del visitador José de Gálvez a la Nueva España, los días de Escandón en el Nuevo Santander estuvieron contados, al ser sometido a un juicio de residencia y obligado a radicar en la ciudad de México. En su reemplazo, fue designado gobernador el mariscal de campo Juan Fernando de Palacio, quien se hizo acompañar por el abogado José Osorio y Llamas, tanto para protocolizar sus actos, como para dar fe y legalidad al reparto de tierras, una acción conocida como los Autos de la General Visita, que constituyen la piedra angular de la propiedad de la tierra en Tamaulipas.
De Palacio desarticuló en un año y cuatro meses el sistema político escandoniano. Suprimió la exención de tributos y la tolerancia para aplicar las leyes de la Real Hacienda, e introdujo el cobro de alcabalas. Reglamentó las escuadras militares de la provincia y suprimió los sínodos de las misiones sujetándolos al arancel del Obispado de Guadalajara.

Croquis porciones repartidas Autos General Visita 1767Igualmente dictó reglamentos para los trabajos de minería que se comenzaban a efectuar en la Sierra de Tamaulipa Nueva, dando pie al traslado de la capital a la recién fundada villa de San Carlos.
Los Autos de la General Visita en Reynosa se ejecutaron en agosto de 1767, actuando como apoderados del vecindario Juan Antonio Ballí y José Matías Tijerina y como agrimensores José María Ballí y Antonio Velasco.
Por el rey de España actuaron como agrimensores José Bernardo Gómez y José Santiago Longoria. Como criterio en la asignación de tierras se consideró la antigüedad de cada poblador, entregándose a los primeros colonos dos sitios de ganado menor y doce caballerías de tierra.

Portada Libro de los Autos de General Visita A los hijos de éstos y a los pobladores con seis años de residencia, se asignaron dos sitios de ganado menor. Al capitán de la villa se le asignó doble porción de tierra, en virtud de sus responsabilidades públicas. En total, se distribuyeron en Reynosa ochenta porciones de tierra de forma rectangular y localizadas perpendicularmente al río Bravo, en ambas márgenes.
De acuerdo a estas mediciones, los términos jurisdiccionales de Reynosa se enmarcaron en seis leguas por cada rumbo cardinal, a partir del centro de la plaza. A la villa se le asignó el ejido o dehesa, mientras que a la misión de indios se le asignaron poco más de tres leguas en cuadro, que en conjunto con las porciones, sumaron un total de 152 sitios de tierra de ganado menor y 608 caballerías.



8. Vida ranchera a orillas del
Bravo y El Nueces



Como la mayoría de los habitantes del Noreste de la Nueva España, los pobladores de Reynosa basaron su subsistencia en la ganadería. De hecho, las riberas del río Bravo fueron transitadas de tiempo atrás por pastores y vaqueros de Coahuila y el Nuevo Reino de León, en búsqueda de nuevos agostaderos.
Dibujos de fierros ganaderosEl carácter ganadero de Reynosa se notó desde el primer padrón de sus habitantes en 1749, cuyos principales bienes y actividad era la cría de ganado, sin que a ninguno faltara, cuando menos, un animal.
Así, los jóvenes "españoles" Cayetano Tijerina y José Manuel Vallín, reportaron dos caballos cada uno; la viuda mestiza María de los Santos, que enfrentaba la carga de su familia con sólo un caballo, y otra viuda, la "española" Josepha Cavazos, también contaba con un caballo. En contraste, Juan Ygnacio González, vecino de Cerralvo, quien se estableció sin ayuda oficial con su familia y tres sirvientes, poseía bienes contabilizados en 600 ovejas, 1000 cabras,5 manadas , en su mayoría "aburradas", con 400 bestias caballares, 40 reses "de hierro para arriba" y 10 caballos mansos. El capitán Carlos Cantú poseía 20 caballos, 70 bestias caballares de cría, 20 reses, 500 cabras, 3 yuntas de bueyes aparejadas y 3 mulas.
Para 1757 y de acuerdo al informe de la visita a la nueva provincia por el capitán de dragones José Tienda de Cuervo, el soporte de la economía local era de 2,556 bestias caballares, 71 mulas, 6 yuntas de bueyes, 1,136 cabezas de ganado mayor, 31 burros, 316 caballos de uso cotidiano y 12,700 cabezas de ganado menor, sumando 16,822 animales.
En 1795, en un censo elaborado por el coronel Félix Calleja, se destacó la existencia de 6,822 yeguas, 1,157 mulas, 1,960 caballos, 375 burros, 4,676 cabezas de ganado vacuno, 21,602 cabezas de ganado menor de pelo y 13,781 cabezas de ganado menor de lana, que sumaban 50,413 cabezas de ganado; es decir, se observó un crecimiento del 200 por ciento en el hato ganadero respecto al inicio de la vida ranchera en Reynosa.

Ganaderia principal rubro economico Nuevo Santander Los pobladores de las Villas del Norte del Nuevo Santander regulaban sus tiempos de actividad de acuerdo a los ciclos naturales de la reproducción del ganado, del que obtenían su principal fuente de alimentación, la carne y la leche, complementada con las pocas semillas sembradas en los ancones del río o bien, obtenidas por el trueque de sus esquilmos en el Nuevo Reino de León o la feria de Saltillo, donde además podían adquirir artículos del interior de la Nueva España, aunque a precios recargados.

Fierro de ganado siglo XIX A los herraderos habituales del ganado se sumó al finalizar el siglo XVIII las "corridas" de mesteñas, o sea la captura de caballada criada en el monte, que proliferó extraordinariamente entre los ríos Bravo y Nueces. A estas labores acudían inclusive personas de las provincias vecinas , provocando un gran desorden. Ello motivó que en 1806 el gobierno del Nuevo Santander regulara las corridas, prohibiéndose desde fines del invierno a la mitad del verano, cuando ocurrían las pariciones. Se recomendó el uso de la "yerba de la Puebla" para matar a lobos y coyotes que se comían a las crías, y que los permisos se expidieran por los capitanes de las villas.Registro de fierros de ganado
Tampoco debían meterse más de trescientos animales en los corrales, y se exigió al regreso un reporte de las piezas capturadas, a fin de reconocer los fierros de los animales, cuyos propietarios pagarían cuatro reales por el rescate.
Por su parte, la Real Hacienda cobraría dos reales por cabeza de ganado caballar y cuatro reales por ganado vacuno "orejano." Para su control, los pueblos tendrían un libro de mesteñas, reportando sus ingresos a la caja de Saltillo, de la Intendencia de San Luis Potosí. A quien no respetara las normas, se aplicarían multas pecuniarias y destierros en caso de reincidencia.



9. Misión de San Joaquín del Monte


Pareja indios Carrizos siglo XIX


Conforme al patrón del establecimiento del Nuevo Santander, en el que se privilegió a las villas de españoles, las misiones de indios se crearon de manera secundaria, al grado de que no se les dotó de un terreno específico al principio. Tal situación causó el enojo de los religiosos del Colegio de Propaganda Fide de Guadalupe Zacatecas, los responsables de la evangelización de los indios de la Costa del Seno Mexicano, que acabaron sirviendo como párrocos.

Sello de misioneros franciscanos Fue hasta 1767, durante la ejecución de los Autos de la General Visita por el gobernador Juan Fernando de Palacio, cuando se definió el espacio para las misiones, pero para entonces ya se habían retirado los frailes originales, siendo reemplazados por otros franciscanos, que para el caso de las misiones de las Villas del Norte fueron cubiertas por religiosos de la Provincia de Zacatecas, y dependientes de la Comisaría de Monterrey.
La misión de Reynosa, San Joaquín del Monte, se localizó junto al ejido de la villa por el Poniente. Como ayuda del rey, el misionero recibía 440 pesos, así como los ornamentos para oficiar el culto. La Corona entregó además bienes para formar su base económica, que en 1757 se contaban en 350 cabezas de ganado menor de lana, 80 cabezas de ganado mayor, 15 mulas aparejadas y 10 caballos, 10 yuntas de bueyes, una parcela de seis o siete fanegas de maíz, aperos de labranza y otros instrumentos de campo. Para 1770 los bienes sumaban ya 800 ovejas, 107 reses alzadas, 8 mulas, 4 caballos mansos, 3 yeguas de vientre y once aparejos. Estos bienes generalmente se rentaban a particulares, para de su renta financiar las actividades de la misión, y que se gastaba en buena parte en pagar a pastores y vacieros, repartiéndose poco a los indios que siguieron errantes en los montes, dedicados a la caza, la pesca y la recolección.

Planta de peyoteEfectivamente, los indios se integraron poco a la vida colonial. Los Comecrudos por ejemplo, radicaban en el paraje de Las Lomas, y en 1757 se componían por una treintena de hombres de arco y flecha, que con sus familias pasaban de noventa personas y sólo los niños estaban bautizados, acudiendo por temporadas a la misión.
Ese mismo año los Tejones sumaban 17 indios de arco y flecha, con 8 mujeres, ya que el resto murió de Sarampión, que con una docena de muchachos, eran en total 42 personas.
Los Pintos no formaron parte del primer registro de la misión, pero en 1770 ya estaban congregados; como tampoco los Cacalotes, que aparecieron en 1788. Por su parte los Nazas, Narices y Sacatiles, indios migrantes del Nuevo Reino de León, desaparecieron de los registros en el último tercio del siglo XVIII.

Pedernales del bajo Rio Bravo Vistos en conjunto, en 1757 los indios de la misión de Reynosa eran 188, estando 20 de ellos bautizados. Para 1770 alcanzaron la cifra de 60 familias, con 222 personas. En 1788 se contaron 240 indios de todas las edades, todos cristianos, de las naciones Tejones, Comecrudos y Cacalotes. Un informe de 1792 censó 820 indios, citando solo a los Comecrudos por su nombre. En 1797, los franciscanos proporcionaron la cifra de 291 indios congregados. Otro censo, de 1797-98, señaló la existencia de 900 indios y para 1800 hubo dos cifras: 225 y 282 indios de ambos sexos; imprecisiones que revelan su residencia poco fija en la misión. Hacia 1808 se contabilizaron apenas 50 indios, lo que induce a pensar en el aumento del proceso de extinción étnica.
Por otra parte, del otro lado del río Bravo, deambulaban numerosas naciones de indios “gentiles” que solicitaban congregarse a la misión, todos rayados de azul, “muy tímidos” y “bozales”, expertos cazadores de peces con arco y flecha. En 1772 se calculaba que eran unos dos mil individuos, de las naciones Alapaguemes, Saulapahuemes, Taniacapemes, Cotonames, Ayapemes, Casas Chiquitas, Campacuases, Como se Llama, Mulatos y otras.



10. Reynosa en el contexto del
Noreste colonial


Escudo Comandancia Provincias Internas

Al establecerse el Nuevo Santander a mediados del siglo XVIII, se acabó de integrar el Noreste de la Nueva España, un espacio regional que la Corona española confirmó por medio de varias instituciones que respondían a la reorganización colonial de los Borbones, que abarcaban aspectos de carácter militar, religioso, hacendado y político. La fundación del Nuevo Santander implicó también el trasvase de población desde Coahuila y el Nuevo Reino de León a la nueva provincia, lo que le permitió la difusión de un mismo patrón de cultura en la región. En el caso de Reynosa, la mayor parte de sus fundadores originales procedían del Nuevo Reino de León.
La primera medida adoptada para la unificación del Noreste fue la erección de un Obispado, ya que antes su espacio correspondía a los obispados de Nueva Galicia, Michoacán y el Arzobispado de México, cuyas cabeceras distaban a cientos de kilómetros de la región. Por tal razón el Rey Carlos III dispuso en 1773 la creación del Obispado del Nuevo Reino de León, que abarcaría esta provincia y a las de Coahuila, Texas y el Nuevo Santander, tal y como fue confirmado en 1777 por el Papa Pío VI en la bula “Relata Semper”.

Escudo Obispado Linares siglo XIX Este Obispado, cuya cabecera radicó en Monterrey, se encargó de secularizar paulatinamente la vida religiosa en el Noreste, en detrimento de las misiones de indios. En el caso de Reynosa, su elevación a la categoría de parroquia ocurrió en 1805. Aportación importante del Obispado fue la creación en 1793 del Colegio Seminario de Monterrey, al constituirse en el semillero de la educación superior en el Noreste.
Villa San Carlos capital Nuevo Santander La Comandancia de las Provincias Internas fue otra institución que coadyuvó a la definición regional del Noreste, si bien en un principio aglutinó a todas las provincias del Septentrión. La idea de esta estructura militar fue obra del visitador José de Gálvez, quien la estableció en 1766, con capital en Arizpe, Sonora, y cuyo objetivo final era formar un nuevo Virreinato, independiente de la Nueva España. En 1788 y para optimizar esfuerzos, se formó la Comandancia de las Provincias Internas de Oriente, agrupando en un solo mando, más lógicamente a Texas, Coahuila, el Nuevo Reino de León y el Nuevo Santander. La fuerza de esta unidad se demostró entre 1813 y 1821, cuando el brigadier Joaquín de Arredondo dominó a todos los desafíos insurgentes surgidos en la región.

Mapa Noreste Nueva Espana El siguiente paso en la unificación del Noreste fue la creación de la Intendencia de San Luis Potosí en 1786. Para el Nuevo Santander y en particular para Reynosa, las funciones administrativas de la intendencia tuvieron una influencia directa en su vida económica. Tal fue el caso del cobro de impuestos a la extracción y comercialización de sal en la “Real Salina de la Purificación del Río Grande” o “Salinas del Rey”, cuya regulación fiscal comenzó desde 1771 por instrucciones de Melchor Noriega y que para 1795 reportaba como ingresos en el Nuevo Santander la suma de 7,000 pesos, recolectados tanto en Reynosa como en las salinas de la villa de Altamira.
Otorgar mercedes de tierra fue otra facultad de la intendencia, que permitió la ampliación de los ranchos de las Villas del Norte, como la extensa merced de San Salvador del Tule, concedida en 1797 al reynosense Juan José Ballí, entre los ríos Bravo y Nueces.
Finalmente, la última institución colonial que articuló al Noreste, fue la Diputación de las Provincias Internas de Oriente, formada en 1814 por disposición de las Cortes de Cádiz, a raíz de que Napoleón invadió España y aprehendió al rey Fernando VII. La Diputación de las Provincias Internas de Oriente, propuesta por el diputado coahuilense Miguel Ramos Arizpe, tuvo su sede en Monterrey, y fue un importante antecedente institucional en la posterior formación de los estados federales de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila-Texas.



11. Traslado de la Villa a las
Lomas de San Antonio


Felix Maria Calleja del Rey

Situada la villa de Reynosa en la llanura aluvial, a los dos años de su fundación sufrió una inundación que la aisló durante dos meses; fenómeno que se repitió al siguiente año. Por tal motivo sus pobladores solicitaron a José de Escandón su traslado al paraje de El Desierto, una legua río arriba, pero no lo autorizó, al considerar que no existían evidencias definitivas de su mala ubicación y a cambio dispuso la construcción de un terraplén de dos varas de alto en la periferia de la población. Con otro criterio, los visitadores José Tienda de Cuervo y Agustín López de la Cámara Alta, sí consideraron en 1757 su remoción al paraje de Santa María de Las Lajas, que aunque jurisdicción de Camargo, se podrían permutar tierras. Este dictamen lo autorizó el rey de España el 29 de marzo de 1763 y el virrey marqués de Cruillas decretó su cumplimiento, pero al dilatarse el trámite y por la ausencia de nuevas inundaciones, ni los vecinos, ni las autoridades insistieron.

Plano propositivo para el traslado de Reynosa En la segunda mitad del siglo XVIII hubo cinco avenidas del río de diversa magnitud, especialmente una, que hizo a los vecinos refugiarse en las Lomas del Morillo, rogando al Señor Sacramentado y a San Juan Nepomuceno que salvara a la villa reducida a doce casas de adobe y cincuenta de paja, todas deterioradas. El río además se había acercado peligrosamente a la población; de estar a 500 varas, sólo distaba entonces 40. Ello hizo que el medio cabildo reactivara en 1794 la solicitud de traslado, a través de una representación que promovió el capitán José Francisco Ballí ante el gobernador de la provincia, Manuel de Escandón, quien la turnó al virrey José Miguel de Azanza. Conocido el asunto en México, se pidió el parecer del coronel Félix Calleja, alto funcionario militar del Noreste, quien corroboró la pésima situación de la villa de Reynosa.
Por su parte, los fiscales de Hacienda y de lo Civil de la Audiencia pidieron que se integrara mejor el expediente y solicitaron nueva información: un padrón general de población, noticias sobre las fincas existentes, detalles sobre la calidad de las tierras y sus siembras, información judicial de las inundaciones previas y datos sobre el sitio de San Antonio, mencionando como el lugar del probable traslado. Al cumplir estos requerimientos, el vecindario de Reynosa volvió a ratificar su petición.

Mapa Nueva Villa San Antonio de Reynosa Ya en tiempos del virrey Felipe Berenguer de Marquina, se ordenó agilizar el asunto del nuevo gobernador de la provincia, Francisco Ixart, insistiendo el fiscal de lo Civil que se completaran las diligencias, al no especificarse si había suficiente espacio en el lugar propuesto para el ejido del pueblo, pese a que el capitán Ballí aceptaba ceder el terreno necesario. El espacio faltante fue cedido por los herederos de Miguel de la Garza, Francisca de la Garza y Ramón Murguía. Solo José Antonio Cavazos y Garza pidió indemnización.
Esta vez el medio cabildo aseguró que en el nuevo sitio de la villa estaría más al centro de su jurisdicción, no debiendo considerarse ya al paraje de La Laja como opción para el traslado, según solicitó informes el fiscal.
Pero más allá de los trámites burocráticos, la naturaleza se impuso al ocurrir una gran inundación que borró del mapa a Reynosa el 4 de julio de 1802. Ante la gravedad de los hechos, el capitán Ballí se dio a la tarea del rescate y procedió a formalizar el nuevo asentamiento, solicitando permiso al Obispado de Linares para oficiar misas en las Lomas de San Antonio. Conocida la noticia, Calleja expuso no haber razón para preocuparse por el traslado, pues todas las tierras eran mercedes del rey y por tanto se podían hacer arreglos, debiendo prestarse atención a la ubicación de los lugares públicos. La Audiencia por su parte se limitó a ordenar que en la cimentación de la nueva villa se tomaran en cuenta las leyes de la Recopilación de Indias, e hizo una recomendación en favor del capitán Ballí.



Firma capitan Jose Francisco Balli