Una mirada sucinta del devenir histórico y cultural de Reynosa, desde la antigüedad hasta el presente, basada en profesional investigación historiográfica con interesantes fotografías e inédita iconografía del valioso patrimonio cultural de esta gran ciudad, cuyo nombre se origina en el linaje de su pasado. Edición Especial Cultural Conmemorativa del R. Ayuntamiento a los 250 años de la Fundación del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.

Lic. Oscar Luebbert Gutiérrez

Me congratula brindar a los lectores esta importante obra, de elaboración paciente y cuidadosa, de profunda búsqueda en múltiples fuentes documentales e iconográficas, muchas de ellas nunca antes referidas o publicadas, y apoyada en la interpretación rigurosa de las mismas, pero expuesta de manera clara, de tal modo que también tenga un valor didáctico que estimule el interés y el estudio, aunados a la participación creativa en la forja cotidiana de nuestra gran ciudad. Quiero hacer un reconocimiento a quienes participaron en la compleja elaboración de este libro, y desear que sus páginas alienten el sentido de arraigo, pertenencia e identidad que el Ayuntamiento de Reynosa promueve para fortalecer la cultura local en el mosaico pluricultural de México.
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2. Historia indígena antigua


Refugio rocoso primeros hombres americanos

La prehistoria del bajo río Bravo ubica la presencia humana entre 10 y 20 mil años antes de nuestra era, ligada a los primeros pobladores del Continente Americano.
Esto ocurrió de acuerdo a las hipótesis antropológicas universalmente reconocidas por un flujo migratorio proveniente de Asia durante el Pleistoceno, cuando el casquete polar tendió un puente de hielo con América en el Estrecho de Bering.
Tales grupos primitivos subsistían de recolectar los recursos de un ambiente entonces húmedo y frío, aprovechando, cuando la ocasión lo permitía, la megalofauna de este periodo como el mamut y el bisonte.Indio FlecheroLa cultura humana primitiva encontró en el río Bravo los medios para asegurar la supervivencia de pequeñas bandas que deambulaban por sus riberas dedicadas a la caza, la pesca y la recolección, una vez que el clima varió e hizo sucumbir a los grandes mamíferos.
De acuerdo a la clasificación arqueológica, este patrón de vida se denomina “cazadores de fauna mayor”, y se tipificó por la elaboración de puntas de proyectil conocidas como Clovis y Folsom.
La evidencia lítica de esta etapa ha sido localizada en el área de la presa de la Amistad, con una continuidad geográfica hasta el espacio circundante a la presa Falcón.
Hacia el 7,000 a. C., aumentó paulatinamente la población de los primitivos cazadores recolectores, basando ahora su tecnología en la elaboración de puntas de proyectil tipo Plainview, Golondrina, Angostura y Scottbluff.

Pedernales de los indios de la regionUn milenio más tarde una nueva etapa cultural se vislumbró en las riberas del bajo Bravo, a consecuencia del fin del Pleistoceno y el predominio de un clima más seco y caliente, que correspondió a un tipo de recursos bióticos aún presentes en nuestros días, cuyo patrón de vida se prolongó prácticamente hasta tiempos históricos.
Según estudios arqueológicos efectuados en la presa Falcón y en sitios de los condados de Hidalgo y Starr (Texas), dicha etapa configuró dos unidades culturales, los focos Falcón y Mier; que se asocian a la “tradición del desierto”, presente en gran parte del actual estado de Tamaulipas y del Norte de México.

Entierro indigenaEn las inmediaciones de Reynosa, en La Sal Vieja (condado de Williancy, Tx.), aparecieron otras puntas de confección regional, conocidas como Tortugas, Abasolo, Pandora, Matamoros, Starr, Refugio, Desmuke, Catán y Cameron.
Hacia el año 1000 de nuestra era, en el bajo Bravo se desarrolló la tradición cultural del complejo Brownsville-Barril, caracterizada por la elaboración de una fina industria de artículos de concha, que le permitió establecer relaciones de comercio con áreas tan retiradas como la Huasteca, obteniendo a cambio jadeíta, cerámica y artefactos de obsidiana, a la vez que desarrollaron un extraño culto a la muerte, según lo indican los cementerios localizados en sitios como Floyd Morris (al norte de Harlingen, Tx.) y Ayala (en las cercanías de Mc Allen, Tx.)

Mortero para molienda
Ya para tiempos históricos, casi la totalidad del Noreste de México estaba ocupado por diversos grupos identificados con la familia lingüística Coahuilteca, que a nivel del bajo Bravo se agrupaban en tribus con diversos nombres, conocidos como Katuhano, Bobola, Carrizos y Borrados, las que a su vez se subdividían en numerosas parcialidades con nombre propio.
Para el caso de la región aledaña a Reynosa, la documentación colonial nos refiere la presencia de los indios Tejones, Sacatiles y Comecrudos, quienes se incorporaron a la misión de San Joaquín del Monte. Por su ubicación geográfica y desenvolvimiento cultural, estos grupos indígenas se ubicaron en el contexto cultural de Aridoamérica, en contraste con los pueblos del México meridional, donde floreció en el pasado prehispánico la civilización de Mesoamérica.


Indios de la Costa del Seno Mexicano