Una mirada sucinta del devenir histórico y cultural de Reynosa, desde la antigüedad hasta el presente, basada en profesional investigación historiográfica con interesantes fotografías e inédita iconografía del valioso patrimonio cultural de esta gran ciudad, cuyo nombre se origina en el linaje de su pasado. Edición Especial Cultural Conmemorativa del R. Ayuntamiento a los 250 años de la Fundación del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.

Lic. Oscar Luebbert Gutiérrez

Me congratula brindar a los lectores esta importante obra, de elaboración paciente y cuidadosa, de profunda búsqueda en múltiples fuentes documentales e iconográficas, muchas de ellas nunca antes referidas o publicadas, y apoyada en la interpretación rigurosa de las mismas, pero expuesta de manera clara, de tal modo que también tenga un valor didáctico que estimule el interés y el estudio, aunados a la participación creativa en la forja cotidiana de nuestra gran ciudad. Quiero hacer un reconocimiento a quienes participaron en la compleja elaboración de este libro, y desear que sus páginas alienten el sentido de arraigo, pertenencia e identidad que el Ayuntamiento de Reynosa promueve para fortalecer la cultura local en el mosaico pluricultural de México.
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24. San Miguel de Las Cuevas-De Camargo-Gustavo Díaz Ordaz


Ingeniero Alejandro Prieto

C omo Matamoros y Río Bravo, otro fruto de Reynosa es el municipio de Díaz Ordaz, cuyo origen se remonta a la misión de San Joaquín del Monte. En efecto, esta institución colonial apenas sobrevivió a la Independencia, dado el ánimo secularizador que imperó en Tamaulipas aún antes de las Leyes de Reforma. Por su parte, los indios herederos de esta propiedad, los Tejones, Pintos y Comecrudos, nunca formalizaron una población estable.
En tal virtud, el nuevo gobierno republicano, para mantenerlos sujetos, asignó a los indios en 1831 a tutores individuales, y dio la tarea a unos de trabajar en la construcción de la iglesia, mientras que a los campacuases que frecuentaban la banda izquierda del río, los puso a trabajar en las extracción de sal; aunque en ambos casos los indios laboraban con desgano.

Chalan del rio Bravo En 1838 y para reglamentar la posesión de los terrenos de San Joaquín del Monte, se les nombró un “protector” que actuaría como “padre natural” de las “familias accionistas” de indios, que solo tendrían derecho a la tierra estando bautizados y casados por la iglesia, mientras que por otra parte, se reafirmó la costumbre de rentar los terrenos a particulares.
Mientras los indios deambulaban por los montes, un grupo de rancheros se fincó dentro de la misión en el paraje de San Miguel de las Cuevas, y para 1849 exigían al gobierno les extendiera títulos de propiedad. Ante la insistencia, el 16 de mayo de 1855 el gobernador Adrian Woll autorizó la partición por mitad de la “frustrada” misión de San Joaquín del Monte, otorgando a los rancheros dos sitios y trece y media cordeladas; mientras que los indios se quedaron con la otra mitad, congregados en el Rancho de Las Prietas, donde acabaron por extinguirse a fines del siglo XIX. Arquitectura en ladrillo siglo XIX
La Congregación de las Cuevas estuvo también en medio de pleitos jurisdiccionales entre Camargo y Reynosa, ya que el primero reclamó en 1849 extender a plenitud sus límites por el oriente, de acuerdo a los Autores de la General Visita de 1757, pues le resultaba un faltante de 364 varas, lo que significaba la absorción de esta congregación, cuyos habitantes amenazaron con emigrar a Texas de ser anexados a Camargo, suspendiendo las autoridades de Reynosa unilateralmente las maniobras de deslinde. En 1869, Camargo reactivó el reclamo durante el gobierno de Juan José de la Garza, actuando como agrimensor el general José María Carvajal, quien conoció el caso veinte años atrás. Sin embargo, el ayuntamiento de Reynosa se negó a cooperar, siendo favorecido por las convulsiones políticas locales que repercutieron en la frontera a mediados de 1870.

Detalle de cornisa de flecosAl acceder al gobierno estatal el general Servando Canales, los vecinos de Las Cuevas intentaron a fines de 1870 constituirse en municipio, o bien, anexarse a Camargo, denotando el bullicio de autonomía que animaba a esta comunidad, cuando como alternativa aceptaba lo que antes rechazó, seguramente porque entonces estaba en competencia con su cabecera política. El Congreso del Estado rechazó la erección municipal pero aceptó su escisión de Reynosa, llamándose en lo sucesivo “San Miguel de Camargo”.

No contentos con el resultado y en una nueva oportunidad política, en 1888, su vecindario intentó obtener la categoría municipal, que se llamaría “Villa Alejandro Prieto”, en honor del nuevo gobernador del estado. Solo que la Antigua Reynosa se opuso tenazmente a sus pretensiones, ya que abarcaría parte del poniente de la jurisdicción Reynosa.

Vista aerea de Diaz Ordaz
Finalmente y ya en tiempos modernos, gracias al desarrollo agrícola que generó la construcción del distrito de riego del bajo San Juan, la comunidad de San Miguel de las Cuevas (o de Camargo) logró sus deseos, al ser erigida como municipio durante el gobierno de Praxedis Balboa, el 26 de marzo de 1968, con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz.