III.
TIEMPOS MODERNOS
La Revolución Mexicana en el norte de Tamaulipas
A
unque durante el Porfiriato se consolidó el país y hubo un evidente progreso económico, también se produjo una aguda polarización social, que ante la inmovilidad política, hizo estallar en 1910 la Revolución Mexicana, encabezada por Francisco I. Madero, que derrocó al presidente Porfirio Díaz un año después.
No obstante, la inercia del antiguo régimen acabó por asesinar a Madero en febrero de 1913, quien ya había accedido a la presidencia de la república, y en su lugar se impuso la dictadura militar de Victoriano Huerta.
Como reacción a estos sucesos, el ex gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, enarboló un movimiento constitucionalista contra Huerta. Hasta entonces en el norte de Tamaulipas no se había experimentado violencia, solo las amenazas de los magonistas, de subvertir el orden e iniciar el reparto de la hacienda de La Sauteña, por lo cual la empresa organizó sus guardias blancas.
Fue en la primavera de 1913 cuando los constitucionalistas provenientes de Coahuila, al mando del general Lucio Blanco penetraron en Tamaulipas y luego de un periplo por Burgos, Jiménez, San Fernando y la Congregación Garza, atacó Reynosa el 10 de mayo de 1910. La acción comenzó a mediodía por el rumbo del cementerio, cuya plaza era defendida por ochenta voluntarios y un piquete de tropas federales del sexto regimiento del ejército, más algunos miembros del 1º de rurales y de la Gendarmería Fiscal. Los defensores se abastionaron en la iglesia, pero cedieron a la fusilería y la dinamita de los atacantes, que lograron incendiar el tren que trajo la tropa de Matamoros.
Dueños de la plaza, los revolucionarios ejecutaron al ex alcalde Exiquio de la Garza. Al día siguiente Blanco se apoderó de Colombres donde fue recibido con festejo por trescientos peones. Siguiendo su derrotero y luego de una cruenta batalla, Blanco se apoderó de Matamoros el 4 de junio de 1913, ganando así el constitucionalismo un fuerte bastión en la frontera norte. Derrocando el régimen de Huerta en 1914, una breve paz marcó el preludio de la confrontación entre el constitucionalismo y la Convención de Aguascalientes, constituida por fuerzas de Francisco Villa y Emiliano Zapata. Este conflicto reactivó la guerra al norte de Tamaulipas, al presentarse en Reynosa los generales villistas José E. Rodríguez y Absaúl Navarro con un ejército de tres mil hombres, el cual fue destrozado en Matamoros por una cortina de fuego de ametralladoras, que preparó el general Emiliano P. Nafarrete. Una de las consecuencias negativas de la Revolución Mexicana, fue la polarización racial en el sur de Texas, que afectó notablemente la tranquilidad en la frontera. El origen fue el descubrimiento en McAllen a principios de 1915, de una supuesta conjura contra los Estados Unidos, al aprehenderse a Bacilio Ramos con el “Plan de San Diego.”
De acuerdo a este documento, se convocaba a mexicanos, indios y negros a luchar contra los anglos y se exhortaba a liberar Texas, Nuevo México, Arizona, California y Colorado para crear un nuevo país multirracial, y proponían una alianza de los pueblos oprimidos del continente.
Al ser liberado, Ramos se refugió en Matamoros acusando a las autoridades americanas al general Nafarrete de ser el instigador del movimiento, al que se trató de ligar a los intereses alemanes, dado el conflicto de la Primera Guerra Mundial. Aunque los dos argumentos resultaban fantasiosos, lo real fue que en dos años murieron asesinados en el sur de Texas veintiún norteamericanos y más de trescientas personas de origen mexicano.
Consumado el triunfo del Constitucionalismo, a fines de 1915 Venustiano Carranza recorrió el norte del país, tocándole a Reynosa recibir la visita del Primer Jefe de la Revolución, quien en 1917 promulgó en Querétaro la Constitución Política aún vigente en México.